domingo, 13 de junio de 2010

El niño que se cayó en un agujero

Texto: Jordi Sierra i Fabra
Ilustraciones: Riki Blanco
Novela ilustrada

Primera edición: 2008
Colección BigBang

Fue muy extraño.
Habría jurado que allí no había ningún agujero.
Y sin embargo, en el momento de caerse, sucedieron dos cosas aún más inexplicables.
La primera, que percibió aquella curiosa atracción, como si algo le tirara de los pies, obligándole a precipitarse dentro de él. Apenas si se dio cuenta de ello, porque todo sucedió muy rápido. Pero lo sintió. Fue consciente del detalle. La sensación, pese a todo, acabó resultando más que efímera, porque lo más fuerte llegó a continuación, con la segunda de las cosas inexplicables.
El agujero se cerró a su alrededor y le aprisionó a la altura del pecho.
Marc se quedó perplejo.

Primera impresión
Vi un libro azul. Luego un niño atrapado en la banqueta al ras del suelo, mirando al horizonte, solo, aunque con mucha gente a su alrededor. “El niño que se cayó en un agujero”, y ese título, tan literal, me encantó. Lástima que sea tan difícil encontrar los libros de Zorro Rojo en México. Pero no, como a la semana, ahí estaba esperándome en una Gandhi, en un día en que iba a comprarle un regalo a alguien más. Siempre me pasa.

Las ilustraciones de Riki Blanco son muy sencillas (y muy azules). Lápiz y distintos tonos de azul en plasta son suficientes para generar la atmósfera de asfixia y tiempo detenido que vive el protagonista. Hay un juego de encuadre dependiendo del personaje que llega a poblar la soledad de Marc: el ciego, los turistas, el reportero por encima de él; el perro, a su altura. Así Riki Blanco logra plasmar el lugar del niño ante el mundo en una historia que  se pasa de literal para volver lo sutil visible.

Reseña
Marc va caminando un día por la calle cuando se cae en un agujero. Nadie irá a buscarlo, pues su mamá creerá que ya llegó con su papá, y éste que se quedó con ella. Por la calle desfila gente que lo ve, pero nadie parece entender que está atorado, nadie lo ayuda, nadie lo escucha a fondo. Reina la confusión y cada vez se vuelve menos claro qué tiene que hacer para poder salir.

Opinión
Caerse en un agujero puede ser metáfora de muchas cosas, pero también es, en principio eso simplemente: algo que llega de sorpresa y que causa extrañamiento, algo que exige detener la mirada. Caerse en un agujero es una pausa exigida porque hay algo que se nos estaba pasando de largo.

1 comentario:

pixilon dijo...

Triunfal regreso del Lean lirones, hasta me dieron ganas de leerlo (¡ya préstamelo!)...